27 de febrero de 2007

Las epilepsias de difícil abordaje, cada vez más frecuentes en el quirófano

La epilepsia es la enfermedad neurológica crónica de mayor prevalencia tras la migraña; un 70 por ciento puede controlarse con tratamiento farmacológico y para el resto se contempla la opción quirúrgica.
Sonia Moreno

No todos los casos son susceptibles de cirugía, pero se han ampliado gracias a los avances en las técnicas del mapeo funcional cerebral.

Las epilepsias de difícil abordaje quirúrgico engloban fundamentalmente aquéllas en que la lesión no se aprecia con la resonancia magnética ni con las técnicas de imagen habituales de diagnóstico -este tipo de epilepsia son las denominadas no lesionales-, y las que presentan la lesión en alguna zona elocuente: el área motora, que mueve el hemicuerpo contralateral; el área de Broca, donde se localiza el lenguaje, en el lóbulo inferior izquierdo, y el área de Wernicke, en la parte posterior del lóbulo temporal, donde se localiza la comprensión; también se considera zona elocuente, aunque algo más secundaria, el área de la visión, en el lóbulo occipital.

Sobre estas epilepsias de díficil abordaje quirúrgico se ha centrado la XXVIII edición del curso Avances en epilepsia, impulsado y dirigido por Francisco Villarejo, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, de Madrid.

Este tipo de epilepsias requieren estudios prequirúrgicos más precisos para delimitar exactamente la situación de la lesión y el inicio de las crisis (ver información inferior). Una vez que se terminan estos análisis, el neurocirujano está en condiciones de decidir si la operación es factible con un riesgo mínimo de producir déficit funcional y con altas posibilidades de controlar las crisis.

Según ha dicho Villarejo, "no se obtienen los mismos resultados que con otras epilepsias, pero se puede conseguir la desaparición de las crisis o lograr una mejoría sustancial en entre el 50 y el 60 por ciento de los casos".

La resección se realiza con técnicas microquirúrgicas y aspirador ultrasónico, "lo que nos permite no lesionar los vasos y ser muy cautelosos y precisos en la extirpación del tejido cerebral patológico. Además de no lesionar las arterias, es fundamental no provocar ningún daño en la vena de drenaje, pues estas alteraciones producen un edema cerebral y dan lugar a un mal postoperatorio".

La intervención ha de realizarse, pues, con un cuidado exquisito, lo que requiere una formación específica en unidades donde se practique esta cirugía, como la Unidad de Epilepsia del Niño Jesús, que viene realizando estas técnicas desde hace diez años.

En esta unidad, peculiar por contar con un programa específico para niños, se estudian cada año unos cien casos, de los que se operan cerca de 25.

En cuanto a las epilepsias no lesionales, Villarejo considera que en pocos años, quizá antes de 2010, se habrán desarrollado medios con la resolución suficiente como para visualizar las displasias pequeñas que suelen causar estas alteraciones.

Estimulación vagal
Entre los tratamientos más recientes de la epilepsia, se encuentra la estimulación vagal, una alternativa inocua que se aplica a los pacientes sin posibilidad de tratamiento ni cirugía. A través de una pequeña incisión en la parte lateral del cuello, se colocan dos electrodos sobre el nervio vago, por debajo de la clavícula, donde se unen a un estimulador o marcapasos que se programa para producir impulsos cada diez minutos con una duración de 10 a 30 segundos. La estimulación del vago se transmite a la corteza cerebral y así inhibe las crisis. La experiencia de Villarejo acumula la veintena de casos, con unos resultados, cuando la selección de los pacientes es la adecuada, del 50 por ciento de disminución o erradicación de las crisis.

No hay comentarios: