10 de febrero de 2008

Los modernos antiepilépticos reducen el número de crisis y los efectos secundarios

Los avances en bioquímica y genética molecular han permitido triplicar el número de fármacos antiepilépticos en los últimos diez años. El reto en la actualidad es conocer el uso de estos medicamentos para utilizar el más adecuado en cada caso de epilepsia, según ha dicho Dulce Campos, del Hospital Clínico de Valladolid, en la reunión de Neurología.

En la actualidad la oxcarbazepina, el levetiracetam y la zonisamida se presentan como alternativa a los tradicionales. Próximamente habrá otros en el mercado como la rufinamida, indicada para el tratamiento del Lennox-Gastaut.

"Hasta la última década el arsenal terapéutico era muy escaso y, aunque algunos sí eran eficaces, no proporcionaban una buena calidad de vida al paciente al ocasionar efectos secundarios como ataxia, hirsutismo o hipertrofia de las encías, muchas veces intolerables".

Gracias a los nuevos fármacos, el paciente no sólo reduce sus crisis y efectos secundarios, sino que en muchos casos evita la politerapia, con los riesgos que ésta conlleva. Para ello, "es necesario conocer las indicaciones de cada uno de ellos y saber utilizarlos con los distintos tipos de epilepsia, ya que algunos de estos fármacos podrían ser perjudiciales y empeorar el número de crisis según qué casos".

Primera elección
Entre los últimos estudios, Campos ha presentado los resultados de Sanad, realizado en Gran Bretaña, que establecen que el valproato debería ser de primera elección en epilepsia generalizada e inclasificable y la lamotrigina en parcial.

No obstante, entre las objeciones a su diseño se indica que no es doble ciego, que la titulación de los fármacos estándar era demasiado rápida y que, por causas de randomización, cabía la posibilidad de asignar fármacos a tipos de crisis que no se habían demostrado eficaces en estudios previos.

Fuente: El diario Médico

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