8 de mayo de 2008

La dieta cetogénica sería útil en ciertas epilepsias

Quedan varias incógnitas por despejar, como cuándo hay que iniciarla, pero la dieta cetogénica parece tener utilidad en algunos procesos epilépticos asociados a enfermedades metabólicas.
Clara Simón Vázquez

Hace años se empezó a hablar de los beneficios que podían tener las dietas ricas en grasas, en las que las cetogénicas encabezan el ránking, con una reducción de las crisis epilépticas, sobre todo en no respondedores a fármacos. De hecho, los primeros datos se remontan hasta 1920, pero los mecanismos subyacentes permanecen poco claros.
Parece ser que las dietas ricas en grasas y escasas en hidratos de carbono imitan las respuestas bioquímicas a la inanición, cuando los cuerpos cetónicos mantienen la demanda de energía del cerebro en lugar de los azúcares. Hasta ahora, los estudios eran observacionales, pero el que se publica en el último número de The Lancet Neurology, coordinado por Helen Cross, profesora de Pediatría de la Universidad de Londres, es el primero randomizado que prueba la eficacia de la dieta cetogénica en 145 niños con edades comprendidas entre los 2 y los 16 años, que tenían al menos una crisis epiléptica diaria o siete a la semana.



Se hicieron dos grupos: uno de 73 niños que comenzaron una dieta cetogénica de forma inmediata y otro de 72 que se incorporaron tres meses más tarde. En los dos grupos no se produjo ningún cambio en el tratamiento. El grupo de Cross consiguió reunir los datos completos de 54 niños del grupo de la dieta y de 49 del control, el que inició la dieta con un retraso de tres meses.

La frecuencia en la tasa de crisis se redujo en un tercio en el grupo que siguió la dieta desde un principio y aumentó en un tercio en los que comenzaron a los tres meses. En cinco niños del grupo tratado se produjo una reducción de las crisis por debajo del 90 por ciento frente a ninguno del grupo control.

Los efectos adversos más destacados fueron estreñimiento, vómitos, poca energía y hambre. Cross está convencida de la eficacia de la dieta y cree que se debe incluir en el manejo de estos pacientes.

Juan José García Peñas, coordinador de la sección de Neurología del Hospital Niño Jesús, de Madrid, ha destacado la solvencia del estudio, avalada por la experiencia de la autora.

No obstante, ha puntualizado que su utilidad se restringe a casos específicos, sobre todo a encefalopatías epilépticas, como el síndrome de West, en casos no respondedores y, sobre todo, el de Lenox. "En estos pacientes la epilepsia contribuye a un gran deterioro neurológico y en los sujetos con Lenox la respuesta ha sido muy espectacular".

García Peñas ha recordado que en determinadas enfermedades con epilepsias puede ser el único tratamiento; así ocurre en patologías mitocondriales, como el déficit de piruvato-deshidrogenasa y la deficiencia del transportador cerebral de la glucosa. "Son lesiones poco conocidas, pero con epilepsias devastadoras". Queda por determinar cuándo comenzar la dieta. "Ahora la empezamos en pacientes ya muy avanzados".
Una solución con altibajos
A principios del siglo pasado se observó un hecho curioso: los epilépticos ingresados en los hospitales mejoraban cuando pasaban épocas de ayuno o de hambrunas, que normalmente coincidían con periodos bélicos. Basándose en estos datos, se diseñó una dieta en la que se reproducía la situación del ayuno y la producción de cetonas. Hay que tener en cuenta que en ese periodo aparecían los primeros fármacos antiepilépticos.

A medida que se avanzaba en la farmacología, se iba perdiendo interés por la dieta cetogénica, sobre todo en los años 90 cuando comenzó la eclosión de los nuevos fármacos y de los tratamientos de neuroestimulación del nervio vago.

Juan José García Peñas, del Hospital Niño Jesús, de Madrid, ha explicado que ha vuelto a surgir a partir del aumento de pacientes farmacorresistentes, que se sitúa entre el 25 y el 30 por ciento.

Fuente: El diario Medico

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