9 de mayo de 2007

La afectación hepática puede ser el primer signo de Lafora

La afectación hepática grave puede ser la primera manifestación de la enfermedad de Lafora, según un estudio español que identifica el primer caso de daño hepático inicial e irreversible. Un trasfondo genético se encargaría de modificar la expresión clínica de esta epilepsia.
Raquel Serrano

La enfermedad de Lafora o epilepsia mioclónica progresiva tipo 2 es una patología genética que se caracteriza por la presencia intracelular de los denominados cuerpos de Lafora. Hasta el momento no se había constatado manifestación clínica de Lafora fuera del sistema nervioso central (SNC), pero un nuevo estudio que se publica en el último número de Neurology ha constatado que la enfermedad hepática grave podría ser una primera manifestación de la enfermedad de Lafora.

La investigación la ha efectuado un equipo conjunto de la Fundación Jiménez Díaz, del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, del Hospital La Paz, todos en Madrid, así como del Hospital Marqués de Valdecilla, de Santander y La Fe, de Valencia.

José María Serratosa, jefe de la Unidad de Epilepsia del Servicio de Neurología de la Jiménez Díaz y coordinador del trabajo, ha señalado a DM que las principales conclusiones señalan que "puede haber formas de enfermedad de Lafora que se manifiestan con afectación hepática grave y que la enfermedad hepática grave en el niño puede ser un signo de enfermedad de Lafora. Además, en el trabajo se ratifica que el fondo genético puede modificar la expresión clínica de la enfermedad".

Se trata del primer trabajo en el que se describe afectación hepática grave con cirrosis al inicio de la enfermedad. El daño en el hígado fue de tal magnitud que el paciente precisó un trasplante hepático. Posteriormente se le diagnóstico la enfermedad neurológica.

En algunos enfermos afectados de Lafora se produce patología hepática tardía y leve, pero nunca se había observado de forma tan inicial y agresiva. Esta variación, según el neurólogo, está mediada por un trasfondo de genes modificadores que pueden condicionar la expresión clínica de la enfermedad fuera del SNC y en diferente grado. De hecho, un hermano del afectado también padece Lafora, pero su alteración hepática es leve.

Para el neurólogo, los datos del trabajo constituyen un avance en la identificación de nuevos patrones clínicos y de diagnóstico precoz de enfermedad de Lafora y de daño hepático.

El estudio del gen de la glucogenosis IV, así como de sus zonas genómicas, fue negativo para mutaciones y, por tanto, para ser la causa del daño hepático severo. "Los hallazgos han permitido introducir a la enfermedad de Lafora dentro del diagnóstico diferencial de las cirrosis hepáticas con acúmulos de cuerpos de poliglucosanos que anteriormente era sugerente de glucogenosis IV".

Complejo multiproteico
Los nuevos patrones de diagnósticos pueden hacer pensar en otro tipo de alteraciones iniciales o relacionadas. "Aunque no está estudiado ni confirmado, es posible una afectación de músculo, tanto esquelético como cardíaco, así como en la piel". Serratosa ha recordado que los cuerpos de Lafora son similares a los de la glucogenosis IV, por lo que ambas enfermedades se relacionaban.

El hecho de que sea una enfermedad monogénica causada por la mutación de uno de dos genes, EPM2A y EPM2B, no significa que disponga de un tratamiento curativo. En la actualidad, la terapia sólo puede paliar las crisis epilépticas.

Para Serratosa, el obstáculo radica en que las proteínas que codifican ambos genes "conforman un complejo multiproteico en el que descifrar su función, interacción y actividad es muy difícil.

La laforina y la malina, proteínas que codifican a EPM2A y EMP2B, respectivamente, interaccionan con otras proteínas que están relacionadas con la síntesis de glucógeno".

Actualmente, grupos de investigación de Estados Unidos, España y Japón estudian la función de estas proteínas. Se espera que con la información de los estudios en marcha se puedan desarrollar terapias efectivas, a pesar de que "es difícil constatar si evitando la acumulación de los cuerpos de Lafora en el citoplasma neuronal se puede erradicar la enfermedad. Se desconoce si degeneración neuronal y acúmulo anormal de glucógeno discurren por distintas caminos".

Progresiva y mortal
La enfermedad de Lafora, descrita en 1991 por el neurólogo español Gonzalo Rodríguez Lafora, es una epilepsia mioclónica progresiva debida a mutaciones en uno de dos genes (aunque se ha sugerido la existencia de un tercero) asociados a la enfermedad: el gen EPM2A, descubierto en 1998 por el mismo grupo de la Jiménez Díaz que ahora publica en Neurology, y el gen EPM2B. Ambos cubren el 99 por ciento de los pacientes. Esta patología monogénica es actualmente degenerativa y mortal, ya que se calcula que los pacientes fallecen entre los cinco y diez años posteriores al diagnóstico. Los tratamientos son, por tanto, sintomáticos y se dirigen al control de las crisis epilépticas, pero no al deterioro neurológico.

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